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El origen del Consejo Comunitario

El origen de nuestro Consejo Comunitario en la conformación de sus miembros es un “Consejo Femenino” porque su embrión fue producto de un grupo de 12 mujeres llamado “Palmeras del Pacífico”.

 

Este grupo de mujeres, lo creamos con la idea de buscar “otro espacio por fuera de la casa”, como refugio para hablar de nuestras cosas, celebrar los cumpleaños y ocupar el tiempo libre. Corrían los años noventa, y en ese momento, invitamos a la Organización de Barrios Populares del Chocó a un taller para compartir experiencias y conocer sus objetivos, a partir de ese momento, como hasta hoy contamos con el apoyo de la Organización de Barrios Populares del Chocó, “OBAPO”, la cual había nacido en el año 1987, cuatro años antes que nuestro grupo en el barrio Kennedy del municipio de Quibdó. Llegamos en un buen momento, a los calores de la lucha por los derechos Étnicos Territoriales, económicos, políticos, sociales y culturales de nuestro Pueblo en la estructura de poder del Estado Colombiano.  Eran múltiples las movilizaciones y manifestaciones que se venían realizando para lograr incluir el “reconocimiento” de nuestros derechos como grupo étnico en la Constitución Colombiana con motivo de la reforma que se le venía realizando en el salón de convenciones de la ciudad de Bogotá, la reforma a la Constitución fue gracias a la presión del Movimiento Social Colombiano, el impulso de la Séptima Papeleta por parte de los estudiantes Universitarios del país y para darle respuesta a las demandas producto de la desmovilización del M-19 en el año 1991.

Las organizaciones ACIA, OBAPO Y ACADESAN, jugaron un papel decisivo en función de generar la movilización para lograr que los derechos de nuestro pueblo fueran reconocidos en la Constitución Colombiana. Contamos con el apoyo de la Organización OREWA y la Diócesis de Quibdó. Posteriormente se fueron sumando otras expresiones organizativas del Baudó, Rió sucio y líderes sindicales. Como insumos claves se resaltan: el primer encuentro interétnico nacional “por la defensa del territorio tradicional del Pacífico”, las tomas en Quibdó y la embajada de Haití en Bogotá, el trabajo de construcción de propuestas desde nuestra propia realidad etnocultural, el “telegrama negro”, el cual consistió en el envió desde diferentes partes del Pacífico de telegramas con mensajes para presionar el reconocimiento de nuestros derechos étnicos – territoriales. Todos desde los ríos, mares, barrios, aportaban de casa en casa, dinero para enviar estos mensajes que afirmaban de la pre- sencia viva y ancestral de las comunidades negras en diferentes asentamientos del país, en total enviamos más de 20.000 mensajes de todo el Pacífico.

 

Es así, como en Nuquí, el grupo “Mujeres Palmeras del Pacífico” se involucró en todas estas movilizaciones, pasaron de celebrar cumpleaños, a incursionar en la lucha étnica – territorial.

 

Con todo éste proceso contribuimos a que posteriormente se gestara una “Nueva” Constitución Política Colombiana”, con el reconocimiento en su articulo séptimo de una Nación pluricultural y multiétnica. En particular un logro político fundamenTal para nuestro pueblo fue la inclusión cinco minutos antes de cerrar las actas de la Constituyente del Artículo Transitorio 55, en otras palabras, el A. T. 55, donde se reconocieron de una forma parcial los derechos Étnicos - Territoriales de nuestro pueblo.

 

Estos logros nacionales le imprimieron fuerza y animo a nuestro proceso organizati- vo como “Mujeres Palmeras del Pacífico” para sentar precedentes de lucha por nues- tro territorio, adelantando acciones de defensa en casos concretos en nuestro muni- cipio de Nuquí, específicamente el “Morro” que protege la cabecera urbana de las mareas y vientos del mar, fue cedido por la Alcaldía a un hombre del interior del país, quien se instalo allí, haciendo uso de un sitio qué para nosotros los nativos es sagrado por su carácter de “misterio”, ya que el alberga una pila de agua y barro que cura enfermedades y además, se aprovecha con actividades para la recolección de productos del mar; como consecuencia de ésta defensa, el hombre desalojo el “Mo- rro”. Igualmente, asumimos como grupo la defensa del derecho a la tierra por parte de las familias asentadas en la parte de atrás del aeropuerto, sobrevinieron amenazas que finalmente desintegraron el grupo “Mujeres Palmeras del Pacífico”. Sólo resistió Aída Nely Montaño. Sin embargo, con el impulso de la OBAPO, logramos motivar nuevas personas como Candida García y con ella, asumimos el compromiso de continuar el fortalecimiento de nuestro proceso Organizativo con la participación de las 9 comunidades campesinas y en los barrios de nuestro municipio.

 

En el año 1995, se expide el Decreto 1745 que reglamenta el Capítulo 3 de la Ley 70, relacionado con la Titulación Colectiva y la Conformación de los Consejos Comu- nitarios, lo cual fue un paso muy importante al interior de nuestro proceso. Entre 1990 y 1995 existen los Comités locales que sirvieron como base para el impulso de la defensa de nuestros derechos y que finalmente logramos incluir en la Constitución nacional.

 

Con el Decreto 1745, logramos conformar los Consejos Comunitarios Locales y articularnos los tres Municipios Nuquí, Bahía Solano y Juradó para conformar el Consejo Comunitario General “Los Delfines” y así solicitar un gran titulo que incluyera la Costa pacifica Norte del Chocó. Más adelan- te, el Consejo comunitario de Nuquí, se independiza y crea en el año 2002, el Consejo Comunitario General “Los Riscales” constituido el Consejo Comunitario “Los Riscales” recibimos el Titulo Colectivo en el año 2003.

 

El nombre “Los Riscales” fue fruto de una reflexión colectiva a la pregunta ¿qué nombre le ponemos?. Siguió una lluvia de ideas, inicialmente, el Delfín,” porque es un pescado que salva vidas y defiende al hombre”, también el nombre de “Manglares; pero al final, asumimos el nombre de “Riscales”, por ser estas las áreas de árboles subterráneos donde hay la mayor vivencia de peces en el mar. De allí siempre se saca peces, ese árbol atrae muchas vidas marinas, así es como el Consejo comunitario General debe cumplir su papel de defensa de nuestro territorio como la casa para todos y todas. Igualmente, asumimos el nombre de Consejo Comunitario “General”, en vez de “Mayor” porque pensamos que la relación entre nosotros debe ser horizontal, siguiendo la costumbre ancestral de la autoridad al interior de nuestras organizaciones naturales como en la familia y la comunidad, ninguno de nuestros miembros es más que otro, cada uno cumple un rol y desde allí, aporta al bienestar de todos y todas. “Lo General” es simplemente articulación, beneficio colectivo, es unidad en la palabra y la acción.

 

A partir de ese momento iniciamos a formular de una forma concertada con las comunidades y otras expresiones organizativas existentes en nuestro municipio nuestro Plan de Etnodesarrollo “Visión de Vida de las Comunidades Negras del Golfo de Tribugá”. 

 

“Si quieres planificar para un año, siembra arroz Si quieres planificar para diez años, siembra árboles y Si quieres planificar para 100 años, educa a

tu pueblo”.

 

Pensamiento africano 

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